miércoles, 22 de julio de 2009

EDUCACION SEXUAL INFANTIL ¿DESDE TEMPRANA EDAD?


Ningún padre puede estar cuidando de sus hijos todos los días, durante cada segundo de sus vidas. Ni puede aislarlo de amigos, la escuela, los vecinos, los conductores del autobús escolar o la vida en general. Pero sí puede enseñarle que hacer y cómo manejar ciertas situaciones conflictivas, así como también diversas maneras de evitar quedar implicado en un problema de abuso sexual.

Por eso, cualquier niño debe ser educado para prevenirse por sí mismo de estas situaciones, y es responsabilidad de todo padre hacerlo, para asegurarle su seguridad física y emocional.

Los abusos sexuales pueden ocurrir con niños de cualquier edad. Existen incluso casos de chicos menores de seis meses que han sido violados por algún conocido de la familia, hasta chicas de diez años que han dado a luz a causa del abuso sexual.

Para que un padre se asegure de que su hijo sea educado apropiadamente con respecto a este flagelo, las charlas al respecto deben comenzar tan temprano como sea posible, es decir a la edad de un año o un año y medio. A esta edad, los nenes son como esponjas, por lo que se les debe enseñar el nombre de cada una de las partes de su cuerpo.

Cuándo el chico se acerca a los tres años, ya puede comenzar a enseñarle cuestiones relacionadas a las partes privadas del cuerpo, así como también su derecho de decir “no” al toque no deseado.

Un chico que es forzado constantemente a besar, abrazar o sentarse en el regazo de alguien, podrá perder la sensación de que el cuerpo es suyo. A menudo sentirán que si ellos deben besar o abrazar a alguna persona, deben también tener que hacer otras cosas para consentir a los demás.

Si un niño hace preguntas acerca de sexo, debe contestárselas sinceramente. No los confunda con ambigüedad ni ignore la pregunta, porque le dará el mensaje de que es vergonzante hablar sobre este tema.

Comenzando una línea abierta de comunicación con su hijo a esta edad de tres o cuatro años, aumentará las oportunidades de que su hijo le hable sobre todos los problemas que podría presentir más adelante. Especialmente, en las situaciones de incesto en la familia, que podrían continuar si el niño las guarda en secreto por temor a hablar sobre las mismas. Teniendo más libertad para hablar sobre sexo, la tendrá también para hablar sobre este tipo de situaciones tan delicadas.

A medida que su hijo crezca, y comience a ir a los hogares de otros compañeros, quizás permaneciendo durante toda la noche, será tiempo de discutir abiertamente los temas de seguridad cuando se está lejos del hogar.

Su hijo debe estar bien enterado de la diferencia entre los toques buenos y los toques malos. Siempre debe preguntarle a su hijo que paso durante su salida, e incentivarlo a discutir cualquier tipo de experiencia, desde las más agradables hasta las más espantosas. (Pregúntele por lo verdaderamente mejor y verdaderamente peor de la salida)

Cerca de los doce años, los chicos y las chicas a menudo comienzan a prestarse atención el uno al otro. La pubertad ha comenzado, y los cambios de sus cuerpos van de la mano con estos cambios. Los chicos de esta edad, a menudo sienten que están exentos de cumplir muchas de las órdenes y regulaciones impuestas por sus padres. Quieren salir “al mundo real” junto con sus amigos y compañeros, sea para dar un paseo en bicicletas o para marcharse un fin de semana a la playa, lejos de la vista de sus padres. Pero es justo en ese momento, donde los jóvenes estarán lejos del cuidado de sus progenitores, por lo que se debe hablar detenidamente y sin tabúes de la seguridad personal y la conducta sexual.

Además, todo padre debe saber donde y con quien está pasando el tiempo su hijo. Cerciórese también que su niño esté con otros pares de su edad. Evite permitirle que permanezca mucho tiempo fuera de los lugares habituales para su edad, cerca de jóvenes más adultos o directamente adultos. Muchos padres se estremecerán de la sola idea de que sus hijos solo piensen acerca de su conducto sexual. Pero se debe admitir que ellos ya han crecido, y que el sexo hoy en día es visto de una forma muy diferente a como se lo veía en el pasado.

Por eso, siéntese y discuta abiertamente sobre el abuso sexual, su diferencia con el sexo gozoso, y lo que esto podría conllevar. Muchos hijos, sí comprenden bien de que se les está hablando, se darán cuanta de que cualquier tipo de forzamiento a la que los someta un hombre, podría ser el principio de un abuso sexual, por lo que sabrán detenerlo a tiempo.

Háblele claramente sobre todos los hechos relacionados a este flagelo. Si tiene miedo de atemorizarlo, o de no explicárselo convenientemente, recurra a su pediatra para que lo ayude en la tarea. Pero asegúrese que ellos estén al tanto de todos los peligros de los “extraños” con los que se vinculen, sobre todo por internet.

Aunque no lo crea, podrá comprobar que existe mucha ignorancia de los chicos con respecto al sexo seguro, ya que los mensajes transmitidos por los medios suelen ser ambiguos, confusos, con mucha liviandad, y sin profundidad. Por eso, en este tiempo, será imprescindible que las líneas de comunicación entre un hijo y un padre estén completamente abiertas, de una forma desinhibida.

Si su hijo parece querer discutir alguna cuestión, pero le cuesta hablar sobre el tema, trate de comprenderlo, pero asegúrese de que sepa que usted está interesado en aclararle todo lo que necesite.

Pasada la edad de los doce años, el chico debe también estar enterado de todo lo referente a la seguridad al tener sexo, ya que a partir de esa edad se dan las primeras relaciones. Fundamentalmente, deben tener en claro como prevenirse de las enfermedades transmitidas sexualmente y de los embarazos no deseados.

Si la escuela tiene un programa de prevención de abuso sexual, y su hijo asiste al mismo, este también será un tiempo oportuno para hablar sobre el problema. Si usted fue abusado cuando era un niño, comuníquele a su hijo todos los detalles que se sienta cómodo de compartir. Sabiendo lo que usted debió atravesar, su hijo será mucho más cuidadoso de sí mismo, y podrá manejarse de forma más adulta.

Una de las cosas más importantes para recordar, es darle a su hijo todo el tiempo que necesite para hablar sobre el tema, tanto para prevenirse como si ya fue víctima de un abuso sexual. Un niño solitario, que no es escuchado en su casa, será un blanco perfecto para cualquier pedófilo.

martes, 21 de julio de 2009

Declaración de Milán Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 40/34, del 29 de noviembre de 1985


1. A.-Las víctimas de delitos

2. Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder.

3. Podrá considerarse "víctima" a una persona, con arreglo a la presente Declaración, independientemente de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene al perpetrador e independientemente de la relación familiar entre el perpetrador y la víctima. En la expresión "víctima" se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización.

4. Las disposiciones de la presente Declaración serán aplicables a todas las personas sin distinción alguna, ya sea de raza, color, sexo, edad, idioma, religión, nacionalidad, opinión política o de otra índole, creencias o prácticas culturales, situación económica, nacimiento o situación familiar, origen étnico o social, o impedimento físico.

5. Acceso a la justicia y trato justo

6. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán derecho al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido, según lo dispuesto en la legislación nacional.

7. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos oficiales u oficiosos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a las víctimas de sus derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos.

8. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de las víctimas:

a) Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marcha de las actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves y cuando hayan solicitado esa información;

b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente;

c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial;

d) Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra todo acto de intimidación y represalia;

e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución de los mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas.

9. Se utilizarán, cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de controversias, incluidos la mediación, el arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la conciliación y la reparación en favor de las víctimas.
10. Resarcimiento

11. Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufridos, el reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la victimización, la prestación de servicios y la restitución de derechos.

12. Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y leyes de modo que se considere el resarcimiento como una sentencia posible en los casos penales, además de otras sanciones penales.

13. En los casos en que se causen daños considerables al medio ambiente, el resarcimiento que se exija comprenderá, en la medida de lo posible, la rehabilitación del medio ambiente, la reconstrucción de la infraestructura, la reposición de las instalaciones comunitarias y el reembolso de los gastos de reubicación cuando esos daños causen la disgregación de una comunidad.

14. Cuando funcionarios públicos u otros agentes que actúen a título oficial o cuasioficial hayan violado la legislación penal nacional, las víctimas serán resarcidas por el Estado cuyos funcionarios o agentes hayan sido responsables de los daños causados. En los casos en que ya no exista el gobierno bajo cuya autoridad se produjo la acción u omisión victimizadora, el Estado o gobierno sucesor deberá proveer al resarcimiento de las víctimas.

15. Indemnización

16. Cuando no sea suficiente la indemnización procedente del delincuente o de otras fuentes, los Estados procurarán indemnizar financieramente:

a) A las víctimas de delitos que hayan sufrido importantes lesiones corporales o menoscabo de su salud física o mental como consecuencia de delitos graves;

b) A la familia, en particular a las personas a cargo, de las víctimas que hayan muerto o hayan quedado física o mentalmente incapacitadas como consecuencia de la victimización.

17. Se fomentará el establecimiento, el reforzamiento y la ampliación de fondos nacionales para indemnizar a las víctimas. Cuando proceda, también podrán establecerse otros fondos con ese propósito, incluidos los casos en los que el Estado de nacionalidad de la víctima no esté en condiciones de indemnizarla por el daño sufrido.

18. Asistencia

19. Las víctimas recibirán la asistencia material, médica, psicológica y social que sea necesaria, por conducto de los medios gubernamentales, voluntarios, comunitarios y autóctonos.

20. Se informará a las víctimas de la disponibilidad de servicios sanitarios y sociales y demás asistencia pertinente, y se facilitará su acceso a ellos.

21. Se proporcionará al personal de policía, de justicia, de salud, de servicios sociales y demás personal interesado capacitación que lo haga receptivo a las necesidades de las víctimas y directrices que garanticen una ayuda apropiada y rápida.

22. Al proporcionar servicios y asistencia a las víctimas, se prestará atención a las que tengan necesidades especiales por la índole de los daños sufridos o debido a factores como los mencionados en el párrafo 3 supra.

23. B.-Las víctimas del abuso de poder

24. Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que no lleguen a constituir violaciones del derecho penal nacional, pero violen normas internacionalmente reconocidas relativas a los derechos humanos.

25. Los Estados considerarán la posibilidad de incorporar a la legislación nacional normas que proscriban los abusos de poder y proporcionen remedios a las víctimas de esos abusos. En particular, esos remedios incluirán el resarcimiento y la indemnización, así como la asistencia y el apoyo materiales, médicos, psicológicos y sociales necesarios.

26. Los Estados considerarán la posibilidad de negociar tratados internacionales multilaterales relativos a las víctimas, definidas en el párrafo 18.

27. Los Estados revisarán periódicamente la legislación y la práctica vigentes para asegurar su adaptación a las circunstancias cambiantes, promulgarán y aplicarán, en su caso, leyes por las cuales se prohíban los actos que constituyan graves abusos de poder político o económico y se fomenten medidas y mecanismos para prevenir esos actos, y establecerán derechos y recursos adecuados para las víctimas de tales actos, facilitándoles su ejercicio.

Unos 450 niños habrían sido víctimas de abuso sexual en la diócesis de Dublín

La diócesis de Dublín confirmó hoy que entre 400 y 450 menores podrían haber sido víctimas de abusos sexuales en sus centros educativos católicos desde 1940.

Sus nombres y los de los religiosos supuestamente implicados en los maltratos están recogidos en un nuevo informe elaborado por la Comisión Investigadora de Abusos contra Menores de la Archidiócesis de Dublín, que está presidida por la juez Yvonne Murphy.

El documento fue entregado hoy al ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern, quien, sin embargo, no lo hará público hasta que consulte con la Fiscalía si su completa divulgación podría afectar los procesos judiciales que se mantienen abiertos contra varios clérigos señalados en el texto.

De los 15 sacerdotes identificados en el informe con nombres y apellidos, 11 ya han sido condenados por cometer abusos sexuales contra menores, mientras que otros cuatro están siendo juzgados en los tribunales y uno de ellos ya se ha declarado culpable de los cargos.

La esperada publicación de este último informe seguirá a la del ya conocido como el “Informe Ryan”, que el pasado mayo reveló que miles de menores fueron objeto de abusos sexuales, físicos y psíquicos durante más de 60 años en instituciones estatales gestionadas por la Iglesia católica irlandesa en toda la isla.

El principal objetivo de la Comisión, establecida en marzo de 2006, es el examen de la respuesta de las autoridades eclesiásticas a las denuncias de abusos sexuales lanzadas contra 46 religiosos en la diócesis de Dublín entre enero de 1975 y abril de 2004.

En este sentido, el informe analiza el papel desarrollado por los 19 obispos que han estado al frente de la diócesis, entre ellos el actual cardenal Desmond Connell, quien retiró el pasado año una acción judicial encaminada a bloquear el acceso de la Comisión a ciertos documentos comprometedores.

Connell, ascendido por el Papa Benedicto XVI a la categoría de purpurado en 2007, había solicitado al Alto Tribunal irlandés una orden que impidiese a la Comisión de Investigación acceder a casi 5.000 archivos.

Al parecer, los archivos secretos contenían parte de la correspondencia mantenida entre el cardenal y los abogados de la diócesis entre 1988 y 2004, en la que se abordan cuestiones legales derivadas de denuncias de abusos sexuales contra menores y sobre las pólizas de seguros contratadas por la diócesis para hacer frente a posibles compensaciones económicas.

La publicación de este último informe estaba prevista para el pasado enero, pero el Gobierno irlandés pidió a la Comisión que lo retrasase para investigar otros supuestos casos ocurridos en la diócesis de Cloyne, en el condado de Cork, al sur de la isla.

Su obispo, John Magee, se vio obligado a abandonar su cargo el pasado marzo después de conocerse que violó las reglas establecidas por la Iglesia para abordar este tipo de asuntos retrasando, por ejemplo, el comienzo de investigaciones sobre supuestos abusos.


lunes, 20 de julio de 2009

ABUSO SEXUAL INFANTIL, ESTADISTICAS EN CENTROAMERICA

Según un estudio realizado sobre tolerancia a la explotación sexual de personas menores de edad en Centroamérica, Panamá y República Dominicana reflejó que el 95% de las 8 mil 767 personas encuestadas reconocen a la explotación sexual como un delito, pero el 24.8% dijo que no haría nada frente a un caso de abuso. El estudio fue realizado por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Según la investigación se confirmó que el nivel de tolerancia de la población de la región y del país se mantiene, y que las denuncias hechas por la sociedad son cada vez menos comunes.

“No es suficiente con la Ley, debe haber preocupación por la elaboración de campañas de información que conciencien y sensibilicen a la población general sobre el grado de vulnerabilidad de estos niños, niñas y adolescentes”, establecieron los representantes de la OIT y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Agrega que no hacer nada es la opción de una de cada cuatro personas frente a actos de explotación sexual, mientras el 18% afirmó que denunciaría a la persona menor de edad y el 45% al cliente explotador.

“El que más de una de cuatro personas de la región conozca lugares donde se pague por sexo a personas menores de edad es una situación preocupante”, considero Elías Dinzey, coordinador nacional de la OIT-IPEC.

En el caso dominicano, el 33.4% denunciaría al explotador, el 27.6% a la víctima, el 23.9% no haría nada y el 15.1% hablaría con los padres. Los datos anteriores denotan que una tercera parte de las personas entrevistadas denunciaría al explotador y que más de la mitad elegiría por denunciar a la víctima, no hacer nada o hablar con sus padres.

Ese porcentaje de personas que denunciaría al explotador (33.4%) constituye el más bajo de la región.

“Debemos trabajar unidos para terminar con la tolerancia social a este delito, que se hace tan común que empieza a verse como normal. Debemos dejar de acusar a los menores de edad como los responsables de la seducción, ellos son las víctimas, no hay por qué confundir”, aseguró la representante de Unicef en República Dominicana, Francoise Gruloos Ackermans.

Los lugares donde se practica este tipo de delito recurren a la clandestinidad para poder sostener el negocio. Esto explica que de 2005 a 2008, se experimentara un descenso de 31% a 22% en el número de personas que tienen conocimiento sobre los locales donde los niños, niñas y adolescentes son objeto de explotación sexual.

LA POBREZA PUEDE FAVORECER EL ABUSO SEXUAL INFANTIL.


La violencia sexual se acentúa cuando se da en condiciones de pobreza contra niños porque los pequeños tienen menos elementos para hacerle frente, señaló la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Araceli Suárez Herrera.

La especialista indicó que en países como México, no existen instituciones que realicen registros o estudios de alcance nacional que permitan calcular la dimensión y características del maltrato infantil, ni siquiera se sabe cuántos casos se dan en total.

Además, señaló que no se cuenta con leyes que establezcan la obligación de reportar los hechos en los que se presuma la presencia de agravio contra un menor.

El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), uno de los pocos organismos que realiza este tipo de estudios, calculó que en 2004 se atendieron mil 397 casos de abuso sexual en todo el país, señaló Suárez Herrera.

Los estados con mayor índice fueron Chiapas, 222; Yucatán, 192; Sinaloa, 116; Quintana Roo, 99; Estado de México registró 94, e Hidalgo 69, entre otros.

En ese mismo lapso, dijo, el 50.7 % de las violaciones denunciadas en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) correspondieron a menores de entre 12 y 17 años de edad.

En el 60 por ciento de los expedientes, abundó, los agresores eran conocidos o familiares de la víctima, y de ellos, el 85 por ciento eran del sexo masculino.

Suárez Herrera refirió que según datos de la Facultad de Psicología , el 55 por ciento de los casos atendidos en consulta clínica sufrieron agresiones sexuales en promedio a los seis años de edad, y el 86 por ciento de las víctimas fueron niñas.

En cuanto a los agresores, el 51 por ciento era familiar de la víctima. De ese total, 39 por ciento eran hermanos mayores; 26 por ciento tíos; 13 padres biológicos; siete por ciento padrastros; nueve por ciento primos, y seis por ciento, abuelos.

En entrevista para la UNAM, la especialista dijo que el abuso sexual de menores ocurre porque los agresores se percatan que los pequeños carecen de atención y afecto, ven la oportunidad de atacarlos.

"En el aspecto psicoemocional, el acoso se manifiesta en los menores como inseguridad y baja autoestima; sienten temor a denunciar. Experimentan miedo al contacto físico y desconfianza; suelen presentar una actitud sumisa, llanto sin motivo aparente, problemas para relacionarse y dificultad para aceptar elogios", detalló.

En ocasiones, se reflejan hasta la adolescencia o edad adulta, cuando se presentan dificultades para relacionarse con los demás, aguda depresión y, en casos más graves, intentos de suicidio.

No existen síntomas vinculados exclusivamente a las violaciones. Para detectar que un niño ha sido abusado sexualmente, existe una serie de señales de alerta, como la expresión explícita del ultraje, reiteró.

La experta recomendó hablar a los menores de sexo en forma clara y sencilla, así como enseñarlos a respetar su cuerpo y a exigir que los demás también lo hagan. También exhortó a denunciar los casos de abuso.

AUMENTA EL ABUSO SEXUAL INFANTIL EN CENTROAMERICA


SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El 37.4% de los dominicanos no denunciaría el abuso sexual infantil por desconfianza en el sistema, según revela el estudio “El comercio sexual con personas menores de edad en Centroamérica, Panamá y República Dominicana. Segundo estudio de tolerancia social 2008”, presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

De acuerdo con el estudio, el 70% de las personas que abusan o explotan sexual y comercialmente a los niños, niñas y adolescentes son dominicanos.

“El sistema judicial y policial debe garantizar la confidencialidad de la denuncia y la protección de las víctimas, denunciantes y testigos, para lograr que la población general denuncie los delitos de explotación sexual comercial que identifica y no tenga temor a represalias ni desconfianza en que las autoridades actuarán”, explicó Elías Dinzey, coordinador del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC).

El estudio, realizado con una muestra de 8 mil 608 personas en Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y República Dominicana, asegura, además, que el 95% de los entrevistados conoce el delito de explotación sexual infantil, pero sólo lo denunciaría el 28.8 por ciento.

Otras de las problemáticas que impiden a los dominicanos denunciar la explotación sexual son el temor a las represalias y el desinterés frente al problema.

La investigación asegura, también, que uno de los factores que lleva a los padres a exponer a sus hijos a la explotación sexual infantil es la pobreza.

Al presentar el estudio, los realizadores revelaron que no existen estadísticas recientes en relación con el problema del abuso sexual y comercial infantil.

Las cifras más recientes corresponden al año 1993, cuando el número de menores de edad explotados alcanzaba unos 25 mil niños, número que ha crecido considerablemente, según Francoise Gruloos Ackermans, representante de UNICEF.

“Estamos aquí para decirles que el maltrato, el abuso y la explotación sexual comercial contra niños, niñas y adolescentes es un problema real y ante el cual existen altos niveles de tolerancia en República Dominicana”, afirmó Gruloos Ackermans.

Asimismo, afirmó que actualmente se realizan esfuerzos en las zonas turísticas, así como en algunas rurales con mayor vulnerabilidad ante el problema.

domingo, 19 de julio de 2009

CASO DE A.S.I EN COLOMBIA


El pasado 28 de mayo la señora María -madre de la menor- denunció ante el Ministerio Público de La Unión, el abuso sexual de que podría haber sido víctima su pequeña hija de 2 años 3 meses.

Situación que se hace notoria cuando la menor comienza a presentar cambios sicológicos visibles en su comportamiento y ciertas molestias físicas. El temor de esta madre respecto a un posible abuso se acrecentó cuando su hijo de 15 años le manifestó que su hermanita le había dicho en forma textual: “tío yaya poto”. Con estos antecedentes y solicitando el apoyo de la sala cuna a la que asiste la menor, esta madre realizó la correspondiente denuncia en la fiscalía local.

La denuncia fue interpuesta por la madre de la menor en compañía de una psicóloga de la JUNJI. El día 29 de mayo se le práctica un primer examen en el Instituto Médico Legal. Se le repite este análisis el 5 de junio. Posteriormente, se le toma declaración a la pequeña el 15 junio y dos días después, el 17, se le toma declaración a su hermano, al que la pequeña había manifestado con anterioridad lo que le sucedía. Y recién para el próximo mes de agosto la infante tiene hora para una nueva evaluación con un profesional idóneo, según le informa a la mamá el Ministerio Publico.

“Mi único error fue dejar pasar 12 días para realizar la denuncia. Yo no le creí inmediatamente a mi hijo. Pero cuando mi hija empezó a orinarse, siendo que ya había dejado los pañales, se empezó a aislar y no quería comer en la sala cuna, ahí reaccioné.

Algo le estaba pasando y algo muy malo. Pero no por eso va a haber tanta demora en recabar los antecedentes. Incluso yo le entregué al fiscal los informes de la sala cuna y de la psicóloga particular a la que llevé a mi hija” expreso angustiada. Según expresa esta desorientada madre, los exámenes preliminares que se le tomaron en el Instituto Médico Legal no sirven ya, por el hecho de haber transcurrido varios días desde que se produjo la supuesta agresión. Sólo un examen acucioso arrojaría un resultado real sobre si su hija fue o no violentada sexualmente, y esto se lo manifestó el mismo profesional que la atendió en dicha oportunidad.

La señora María, como haría cualquier madre o padre en su lugar, ha tocado muchas puertas, ha solicitado apoyo a diferentes personas, pero sin embargo nadie le ha ayudado en forma concreta y el caso se ha seguido dilatando. El presunto culpable sigue libre, la menor en este minuto está sin apoyo psicológico, su familia con el temor de que este hecho quede impune o que esta situación se repita y que afecte a otra menor.

Su lucha por esclarecer esta situación y encontrar justicia ha llegado al punto que decidió hacer un llamado público a quienes estén pasando por una situación similar para aunar fuerzas y en conjunto buscar justicia.

Viviana Villanueva Casas

LA RESPONSABILIDAD EL ESTADO


La responsabilidad del Estado es velar por la seguridad y bienestar de los niños, teniendo en cuenta que nos encontramos ante una temática extremadamente sensible.

Al respecto, solicitamos la rigurosidad del accionar de la justicia y la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y demás tratados internacionales.

Recordemos que estos instrumentos internacionales poseen jerarquía constitucional, y por lo tanto son jurídicamente vinculantes ya que los mismos obligan a investigar, identificar, procesar y, en su caso, sancionar, a los responsables de este tipo de violaciones a la vez que obliga al Estado a adoptar medidas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual e impedir la explotación del niño.

El maltrato, de cualquier tipo, vulnera todos los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes, es una violación a sus derechos, y ellos se encuentran vulnerables ante estos hechos aberrantes.

El mismo puede producirse en familias de cualquier nivel socioeconómico y producen daños tan intensos que perduran en el tiempo, significando un atentado contra la vida del menor, contra su salud física y psíquica, y que se expresan en su desarrollo integral, durante toda su vida.

Solicitamos al Poder Judicial que actúe con eficacia y rapidez en estos casos, para lograr el pronto esclarecimiento de los mismos, permitiendo a los niños y niñas de , el pleno goce y ejercicio de sus derechos, reconocidos por la Constitución , tratados internacionales, legislación nacional.

sábado, 18 de julio de 2009

PREVENCIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA DE DERECHOS.


El abuso sexual es un hecho que ocurre mucho más de lo imaginado. Una falsa creencia en torno a su incidencia es que los abusos sexuales infantiles son casos excepcionales.

Aunque existe un subregistro, hoy día existe una mayor conciencia frente a la denuncia del hecho, lo cual hace percibir que el abuso sexual siga aumentando o que se de más que antes.

El abuso sexual crece en todos los niveles sociales, generalmente en ambiente intrafamiliar, aunque también es realizado por personas fuera de la familia del niño o la niña. Puede suceder como un hecho aislado, es mayor la proporción de casos consecutivos y recurrentes de abuso sexual.

Tal como lo describe el informe de Save Children (1998) a nivel internacional se calculan porcentajes de incidencia aproximada de reportes en un 20% de mujeres y 10% en hombres.

Socialmente aún no se ha valorado en su verdadera dimensión como un serio problema relacionado con la calidad de la salud sexual y emocional. Aunque no se tengan cifras exactas es sabido de una proporción importante de niños y niñas que son abusados sexualmente de diversas formas. Aún es mucho lo que hay por hacer en relación a su prevención.

Probablemente la percepción de invulnerabilidad ante este hecho (creer que es algo que ocurrirá en otras familias, no en la propia) predispone a que no se haga una adecuada prevención del abuso sexual. Por otra parte la ausencia de procesos intencionados, sistemáticos y permanentes de educación sexual, especialmente en las escuelas, es un hecho que limita el desarrollo a acciones concretas y efectivas contra el abuso sexual.

Mientras no existan procesos de prevención enmarcados dentro de procesos amplios e integrales de educación sexual, la niñez, será más vulnerable y susceptible de ser víctima a las diferentes formas de abuso sexual.

En gran parte de nuestras escuelas la educación sexual no hace parte de sus políticas educativas, a pesar de la obligatoriedad de la educación sexual (En el caso de Colombia). Mucho menos es de esperarse que la realización de programas de prevención de abuso sexual sean objeto importante de sus acciones educativas.

El abuso sexual es prevenible, no bastan intervenciones alarmistas o atemorizantes, tampoco son suficientes simples instrucciones defensivas (“tienes que defenderte”, “no te dejes tocar de nadie”) sin el acompañamiento de un entrenamiento en habilidades de protección y defensa asertiva, la promoción de ciertos valores de convivencia, etc.


Existen diferentes formas de abuso sexual, es importante tener en cuenta que este no tiene que ser mediado por la violencia o la agresión y que necesariamente no tiene que haber contacto físico. Tal como lo describe el siguiente cuadro (la gráfica No. 1) existen diversas conductas abusivas que no implican ningún contacto físico y mucho menos genital y penetrativo.

Una violación es una forma de abuso sexual pero existen múltiples formas de abuso sexual que no implican ni uso de agresión, ni penetración (vaginal o anal).

ERRORES Y FALLAS EN LA PREVENCIÓN

A los adultos aún les cuesta trabajo abordar adecuadamente y eficazmente lo relacionado con el Abuso Sexual. En muchas ocasiones sus intervenciones se limitan a las instrucciones “alarmistas” y “atemorisantes”, algunas veces acompañados de instrucciones defensivas que no desarrollen competencias y destrezas efectivas, por ejemplo: “tienes que defenderte”, “no te dejes tocar de nadie”, etc… Este tipo de circunstancias no enseñan que hacer, cómo hacerlo y favorecen la construcción destructiva en relación al cuerpo, los genitales, el placer sexual y el abuso sexual.

En una exploración realizada por Farley Duran (1999) sobre lo que hacen padres y madres para prevenir el abuso sexual con sus hij@s se observaron respuestas como las siguientes:

“Lo mantengo bien informado y además le digo que no hable con personas extrañas… que su cuerpo merece respeto y que nadie debe tocar sus partes intimas”.

“Les hablo, les muestro libros de educación sexual, ellos miran y yo les voy explicando”.

“Cuidarlo, le digo a la abuela que no lo deje con cualquier persona desconocida, que no lo deje salir solo, que pilas!! Que no se confié de nadie”.

“Yo le digo que se cuide de las personas”.

“La verdad es que no lo he hecho nunca”.

Son varias las falencias que tienen algunos intentos de prevención de abuso sexual, analizaremos algunas de ellas:

· Decir a los niños que no hablen con personas extrañas, no les habilita para protegerse del Abuso Sexual por otra parte esta prescripción se hace desconociendo que la mayor parte del abuso sexual es realizado por personas cercanas y familiares al niño o niña.

· “Tu cuerpo merece respeto y nadie debe tocar tus partes intimas”. Sin quererlo esta intervención induce a la idea de que el contacto corporal y genital es “una falta de respeto” se deja de señalar que es exactamente lo que está mal en el abuso sexual, tocarse con otro no es malo, lo rechazable es que se haga sin tener en cuenta al otro, sin su consentimiento, usando estrategias de manipulación, o aprovechamiento de la ingenuidad para obtener placer sexual siendo que el o la menor no están en posibilidad de consentir.

· Prevenir el abuso sexual es una cosa y crear paranoia social es otra, la prevención del abuso sexual no implica la promoción de sentimientos de desconfianza colectiva e indiscriminada. Precisamente una de las metas e enseñar a que discriminen y diferencien cuando están siendo objeto de un abuso sexual e incluso de abuso no sexual.

· Se les dice cuídate sin enseñarles como hacerlo y sin entrenarles en la adquisición de habilidades y destrezas conductuales que l@s hagan competentes para ello. Cómo plantearemos posteriormente estas habilidades se pueden adquirir por medio de procesos de aprendizaje estructurado que por lo general no se hacen en las familias ni las escuelas.

· En el peor de los casos se observa que una buen parte de la familia y la escuela no abordan el tema y hacen silencio frente a este medio. En una encuesta aplicada a padres y madres de familia de una escuela de clase media en la ciudad de Barranquilla se encontró que el 34% “nunca” o “más bien poco” habían enseñado cómo defenderse del abuso sexual y que el 44.7% “nunca” o más bien poco” habían enseñado cómo responder asertivamente ante situaciones de abuso sexual que no se desean acceder. Por la experiencia vivida en mucho se os talleres de educación sexual con padres, madres y docentes hemos encontrado que una cierta proporción dicen “si” prevenir el abuso sexual, al explorar que es lo que han hecho para prevenirlo se encuentras respuestas como las anteriormente xxxxxxxxx que evidentemente no dejan de ser intervenciones inefectivas e insuficientes.

LAS RELACIONES DE PODER COMO SEMILLA PARA EL ABUSO SEXUAL

Las relaciones adultos-niñ@os están basadas en un modelo autocrítico, vertical, en el cual los adultos tienen más poder, que niños y niñas, en este modelo los adultos ejercen poder basados en estrategias coercitivas, que implican uso se la fuerza, la agresión, la amenaza, la imposición, la intimidación, etc…

No cabe duda que estas son formas de abuso contra la niñez, sólo que están avalados, aprobados e institucionalizados socialmente, son pocos cuestionados y se repiten como forma aceptable tanto en la escuela como la familia.

Este modelo de relaciones de poder siembra la semilla que facilita que germine el abuso sexual. Este modelo predispone a que la niñez tolere y estructure aprendizajes de indefensión frente al abuso, en este caso el abuso no sexual y de los adultos. Desde este modelo practicando en la escuela y la familia niños y niñas aprenden que otros tienen más poder (los adultos), adquieren patrones de indefensión frente al maltrato y al abuso, aprenden a obedecer sumisamente incluso ante el maltrato y el abuso y estructuran una ciega obediencia que no puede cuestionar la autoridad.

Por esta razón en este trabajo se propone fundamentar la prevención del abuso sexual en la promoción del concepto de los derechos, lo cual implica reformular el modelo de relaciones de poder y replanteamiento de un modelo de convivencia basado en el respeto por el otro, en la autonomía, la no instrumentalización y la no violencia.

PROPUESTA DE PREVENCIÓN BASADA EN LA PROMOCION DE LOS DERECHOS

Generalmente se piensa la prevención del abuso sexual infantil en el sentido de que no sean abusados sin tener en cuenta la perspectiva de contraria: no abusar de los demás. Por este motivo en este propuesta prevención del abuso sexual infantil tendría dos objetivos:

Desarrollar elementos que habiliten a niños y niñas para la protección ante situaciones de abuso sexual y no sexual.

Desarrollar elementos que predispongan a niños y niñas a evitar prácticas de abuso sexual y no sexual con los demás

Esta propuesta sugiere el desarrollo de procesos de prevención del abuso sexual desde tempranas edades con el contexto de una educación sexual integral, fundamentándose en la promoción del concepto de “los derechos” como plataforma que orientaría el desarrollo de cuatro elementos importante: información sobre el abuso sexual, desarrollo de valores, estructuración de algunos repertorios cognitivos y entrenamiento en habilidades afirmativas. Suponemos que a partir de estos elementos se brindarían elementos que habiliten a niños y niñas para protegerse efectivamente ante situaciones de abuso sexual y no sexual.

Socialmente el modelo de relaciones de poder “sumisión-dominio”, entre adultos y menores genera condiciones actitudinales, psicológicas y comportamentales que favorecen el aprendizaje en respuesta de sumisión y pasividad ante el maltrato a que son sometidos cotidianamente, por parte de los adultos, quienes encarnan un “rol de autoridad incuestionable”. Desde tempranas edades se aprende a percibirse sin control ante estas prácticas autoritarias en la familia, la escuela y el mundo social, esto facilita la estructuración de condiciones emocionales que les impiden defenderse ante las diferentes formas de maltrato de los adultos (sexuales y no sexuales).

Por esta razón se propone un proceso que concientice a la niñez sobre los siguientes preceptos:

Tengo derechos

Nadie tiene derecho a violentarlos

Tengo derecho a proteger mis derechos

No hay derecho a ser maltratado por nadie, (incluyendo padre, madre, profeso-a, etc.)

No está bien usar o instrumentalizar a otros.

No es válido moralmente aprovecharse del otro para obtener provecho personal (Sexual y no sexual).

Nadie tiene derecho a usar sexualmente a otro.

NO está bien que un adulto o igual someta a alguien para obtener placer sexual.

A partir de esta concientización se trabajaría un proceso de educación sexual alrededor del cuerpo, el placer y las emociones acompañadas de la promoción de valores, un entrenamiento en habilidades afirmativas y cognitivas básicas para la protección efectiva de situaciones de abuso sexual y no sexual.

CONCEPTOS DE LOS DERECHOS Y LA CONVIVENCIA

· Es importante que los menores comprendan el concepto de los derechos, su importancia en la convivencia social y cómo hacerlos valer y respetar.

· Es necesario que aprendan que niños y niñas tienen derechos, y que tienen derecho a hacer respetar o valer sus derechos, que nadie por más autoridad que tenga tiene derecho a atentar contra ellos.

· Es importante que aprendan que uno de los derechos que tienen las personas es NEGARSE ante situaciones que les incomodan, que atentan contra su seguridad personal, que les hacen sentir mal, sea esta sexual o no sexual. Decir NO es un derecho, que no siempre será conveniente decir SI, que nadie tiene derecho a obligar a otro a hacer algo que no desea hacer porque no le conviene, le hace sentir mal o considera indebido.

· Tenemos derecho a protegernos ante el abuso

Los demás merecen respeto, cada quien merece ejercer su autonomía sin atentar contra los demás.

· No es valido y aceptable para lograr la convivencia instrumentalizar al otro, usarlo como objeto para el propio bienestar a costa de su detrimento.

· No es aceptable el uso de agresión y violencia para relacionarse con los demás y para conseguir lo que se desea.

· Es posible la convivencia humana sin el uso persistente y generalizado de estrategias basadas en la amenaza, la manipulación, la intimidación, la coacción, el chantaje y la agresión.

· Es importante que aprendan el valor y la importancia del consentimiento y el ejercicio de la autonomía en las relaciones sociales. Esto implica aprender que un criterio importante para orientar las relaciones con los demás es que este pueda consentir autónomamente.

INFORMACIÓN

Existe una serie de conceptos que deben ser dominio de niños y niñas respecto a la sexualidad, desafortunadamente el sistema educativo aún no ofrece una educación sexual integral que facilite la construcción de conceptos fundamentales, exactos y basados en la verdad. Por esta razón se considera importante que la información que se brinde en un proceso de prevención de abuso sexual debe estar enmarcada en el contexto de una educación sexual intencionada, sistemática y permanente.

Los siguientes son algunos de los conceptos básicos que deben promoverse en la niñez en un proceso de prevención de abuso sexual:

· Es fundamental que identifiquen su cuerpo, conozcan sus partes, sus nombres y funciones.

· Que identifiquen sus genitales (femenino y masculino) que comprendan sus funciones: orinar, reproducción y sentir placer.

· Respecto al placer es necesario que aprendan que los genitales y el cuerpo en general son fuente de sensaciones y emociones. Que el cuerpo está hecho para ello, para sentir. Que es maravilloso sentir una serie de sensaciones que se experimentan.

· Es importante que comprendan que tocarse, abrazarse, besarse son formas buenas e importantes para sentir, expresar cariño, amar y sentir placer, pero que otra cosa sería que alguien intente aprovecharse con o sin el uso de la fuerza de otro sin su consentimiento.

· Deben comprender el concepto de abuso sexual como…

· Es importante que conozcan las diferentes formas que alguien puede usar para aprovecharse de otro: seducción, fuerza, chantaje, el uso del secreto, abuso de autoridad, promesas, manipulación, amenaza, etc.

· Será necesario que conozcan e identifiquen los diferentes tipos de abuso con o sin contacto.

· Es muy importante aclarar que es lo que esta mal en el abuso sexual, que conductas sexuales no son malas, es conveniente aclararles que lo malo es tenerlas con alguien, sometiendo, presionando o llevándolo sin su consentimiento.

HABILIDADES COGNITIVAS

Por habilidades cognitivas se entiende aquellas pensamientos, ideas y discriminaciones que serían importante que niños y niñas estructuren y que facilitarían respuestas de protección ante el abuso sexual en conjunto con los conceptos de convivencia, la información, los valores y el desarrollo de habilidades.

Cómo aspectos claves a desarrollar se proponen:

Que se les enseñe a tener confianza con los adultos y aprendan a expresar, decir o compartir con el padre, la madre, el profesor o persona de confianza sobre cualquier comportamiento extraño relacionado con abuso sexual y alguna situación en la que se sientan amenazados o experimenten incomodidad y temor. Esto se relaciona con el hecho de que tengan la idea de que no guarden silencio ante un suceso de abuso y que cuenten a alguien que les pueda escuchar y ayudar.

Es importante que aprendan a discriminar cuando SI y cuando NO interpretar una situación como abuso sexual

Es necesario que desarrollen el concepto de derecho a la defensa y auto eficacia alrededor de la defensa: “Yo puedo defenderme y tengo derecho a ello”.

Igualmente es importante que estructuren la idea que “nadie tiene derecho a hacerme sentir mal”, “nadie tiene derecho a utilizarme”, no tengo derecho a hacer sentir mal al otro, a que haga algo que no desea y a utilizarle”.

También se hace necesario el desarrollo de auto conceptos positivos relacionados con la autoestima: “Yo soy importante”, “Yo merezco ser bien tratado”, “Yo valgo” etc.

VALORES

La prevención del abuso sexual no sólo requiere brindar información, el desarrollo de ciertos valores son importantes para poder favorecer el fortalecimiento de conductas de protección ante el abuso sexual y el no sexual. Los valores sirven para guiar y orientar las conductas de las personas, son el fundamento por el cual se hace o deja de hacer algo en un determinado momento, son creencias prescriptivas o principios normativos y duraderos que sugieren que una determinada conducta es socialmente preferible a otras que se consideran opuestas o contradictorias (Antúnez, 1997).

A nuestro juicio no podría esperarse que el desarrollo de algunos de los valores básicos relacionados con la prevención del abuso sexual sean el producto de unas sesiones aisladas, creemos que este será el producto de un proceso continuo, permanente e intención de educación en valores que debe estar a su vez enmarcado en el contexto de una educación sexual integral insertada en el currículo escolar y en la misión de la formación familiar.

Algunos de los elementos claves que se proponen desarrollar serían los siguientes:

· Valorar el cuerpo, comprender las emociones y las vivencias corporales como buenas, valiosas e importantes.

· Aprender la importancia del respeto por el otro y valorar la posibilidad de convivencia social sin necesidad de instrumentalizar al otro, de usar a los demás para nuestro beneficio, incluso a costa de su malestar.

· Comprender que es importante respetar y contar con la decisión personal para conseguir lo que necesitamos de los otros. Podemos obtener de los demás pero teniendo en cuenta su consentimiento, como una regla de convivencia, los demás tienen el derecho a consentir o no si acceden a nuestras necesidades y peticiones.

· El cuerpo del otro siente y experimenta, y es potestad del otro decidir si desea sentir o experimentar ciertas vivencias corporales, afectivas, sexuales etc . Es importante promover el concepto de que abrazar, besar, sentir, intercambiar afecto y placer en el contexto del espeto por la autonomía y el consentimiento.

DESARROLLO HABILIDADES

Si bien es cierto es importante el conocimiento y la información esta por si sola es insuficiente. Es importante que desde la niñez se tenga la posibilidad de adquirir, interiorizar y fortalecer una serie de destrezas, competencias o habilidades que les permitan a niños y niñas poder defenderse efectivamente de situaciones de abuso sexual y no sexual. Estas habilidades son aprendibles, pueden ser entrenadas en procesos de aprendizaje estructurado, no se adquieren por el solo hecho de que se le de al niño una instrucción verbal imperativa (cuídate, detente, tienes que saber cuidarte) un error decirles que se cuiden sin habilitarles para ellos, sin enseñarles que hacer y como hacerlo. Esto requiere sesiones de entrenamiento que impliquen una explicación de la habilidad a enseñar un modelamiento, ejercicios de práctica, retroalimentación y tareas de práctica.
AUTOR: LEORARDO ROMERO S.

OCHO INDICADORES DE ABUSO SEXUAL INFANTIL



* Secreto: “el abuso sexual infantil, en su inmensa mayoría, transcurre en secreto. (…) La mayoría son casos que se producen en el ámbito de la familia, en el ámbito del grupo conviviente, en el ámbito de una institución, en el ámbito de la vecindad o de amistad. (…) Esto hace que la regla que impere en este delito sea el silencio. Porque si tenemos en cuenta que la mayoría de los abusos se producen con gente vinculada, allegada, que tienen ascendiente sobre la criatura, sobre la victima; entonces es muy fácil lograr el silencio. Es lo más sencillo del mundo. En primer lugar porque los chicos hacen lo que los grandes les dicen. Porque los chicos confían en los grandes, es una cuestión elemental”.

* Confusión: “las criaturas que son abusadas tienen una confusión muy grande en la cabeza, porque tienen una mezcla de sensaciones. Tienen una sensación de culpa; de auto-recriminación; de ira; de enojo, gran enojo; de afecto; porque en la mayoría de los casos son personas allegadas. (…) si nosotros no tenemos en cuenta el estado de confusión y lo interpretamos como habitualmente se interpreta, estamos violando la ley, además del daño que significa para la victima”.

* Violencia: “en el 100% de los casos de abuso hay violencia. No existe posibilidad material alguna de que no haya violencia. (…) Hay interpretaciones en las cuales, por alguna razón, como decía inconfesable muchas veces, se intenta disminuir en alguna medida el efecto del abuso. O que no fue tan grave, o que no causo tanto daño, etc. Tanto la violencia física como la violencia psicológica son reales, están presentes en los abusos. En algunos casos hay mayor proporción de una, en otros casos mayor proporción de la otra. Hoy, la violencia psicológica no puede ser discutida seriamente”

* Naturalización o amenazas: “¿Por qué ? muchos de los abusos se producen cuando los abusadores convencen a sus victimas de que lo que hacen es normal, es natural; porque lo hacen todos los papás con sus hijas, o todos los tíos con sus sobrinos, etc. (…) esa normalización, esa naturalización que le transmite el abusador es la que impide muchas veces que la criatura lo cuente”.

En cuanto a las amenazas ”a los chicos chiquitos en general no hace falta amenazarlos, porque son chiquitos y, como creen en lo que les dicen, con sólo hacerles creer que es normal, que es natural, que además no le tienen que contar a nadie, no hace falta amenazarlos. Pero hay un momento en que la criatura llega a otra etapa evolutiva y, por la edad, porque se sociabiliza un poco más, porque tiene amiguitos o hay un poco más de intercambio, ya se impone a amenazarla. Que van a matar a la madre, que la van a matar a ella”.

* Responsabilidad: la responsabilidad del 100% de los casos de abuso es del abusador. Cualquier argumento que tienda a disminuir la responsabilidad es mentira y además es ilegal. La criatura no hace ni puede hacer aporte alguno al abuso, ninguno. Ni la provocación, ni nada de lo que haga la criatura, puede significar disminución de la responsabilidad.

* Una cuestión publica: ” Durante siglos, el maltrato y el abuso infantil se tomaron como una cuestión privada. (…) Lo que le pasa a los chicos es publico. Ningún padre ni madre ni tio tiene derecho a maltratar o lastimar a un chico. Y, si lo hace, el Estado tiene la obligación de intervenir.

* Asimetría: “el niño es niño y el adulto es adulto. En esto es obvio que hay una diferencia. No es menor y además significa muchas cosas”.

* Diferente a los demás delitos: “si no logramos tener lo suficientemente claro que es un delito con particularidades que lo diferencian de otros delitos, nos vamos a equivocar.

Las principales consecuencias para las victimas de estos abusos son las siguientes, aunque creo que tal vez no sean las únicas.

* Daños físicos: “lo más frecuente son los daños genitales y anales, desfloración temprana, himen complaciente. Otros daños posibles suelen ser los desgarros vaginales, desgarros genitales, lesiones típicas, embarazos, determinadas lesiones y hematomas, y escoriaciones especificas”.

* Trastornos psicológicos: “son imposibles de medir. Son la culpa, la baja autoestima, la depresión, el miedo, la vergüenza, las pesadillas, la claustrofobia, la tentativa de suicidio, la alta dependencia, la prostitución.

* Trastornos disociativos: “Es un mecanismo de defensa, inicialmente”.

Lo más común es que los pocos abusos que son revelados lo sean luego de mucho tiempo. “La revelación tardía es muchísimo más normal que la revelación inmediata, porque la revelación tardía es la consecuencia lógica de que antes había imposibilidad de manifestarlo, y después el paso del tiempo lo permite", explica Rozanski.

La cifra de casos que no se denuncian es mucho mayor a la de los casos denunciados o conocidos. Se estima que solo el 10 % es denunciado. Esto ubica a esta problemática en un lugar muy lejos de una solución. Porque no se puede intervenir en lo que no se conoce.

Lo más triste es que los niños siguen siendo producto de violaciones, maltratos y demás sucesos horribles de los cuales no pueden tomar distancia por su condición de niños.

¿ABUSO SEXUAL INFANTIL EN EL HOGAR?


Según las estadísticas y múltiples estudios llevados a cabo sobre este asunto los ofensores tienden a ser familiares cercanos, o personas relacionadas con la familia. Debido a la confianza de los padres en estas personas y al conocimiento del niño de las mismas, se facilita el abuso grandemente.

Los ofensores son: padres, abuelos, hermanos mayores o adolescentes, tíos y tías, padrastro y madrastra, primos y primas, amigos íntimos de la familia, vecinos, sirvientes, niñeras y demás personas que comparten con los niños diariamente. Generalmente se habla del abusador sexual hombre y no se mencionan las mujeres, que también abusan de los niños y principalmente de las niñas.

Vamos a hacer recomendaciones con el fin de prevenir el abuso sexual infantil, ya que cuando es perpetuado crea grandes problemas a las víctimas, impidiéndoles una adultez normal, desarrollando múltiples enfermedades emocionales, e impidiéndoles una sexualidad normal. Las vacaciones se prestan para estas cosas, ya que los niños son enviados a casa de familiares y amigos.

Recomendaciones:

Educar sobre la importancia de la autoestima Informar a sus hijos sobre sexualidad y revalorizar el cuidado e importancia de su cuerpo.

Hacerlas conscientes de su derecho a la privacidad de su cuerpo.

Hacer las diferencias entre caricias “buenas” y caricias “malas”.

Hacer que sepan sobre su derecho a tocar su cuerpo y que nadie tiene derecho a tocar sus genitales, salvo con la debida explicación, por razones de salud, pediatra por ejemplo en presencia de su padres.

Hacer que aprendan a gritar y a decir “NO”, a saber qué si gritan fuerte alguien puede ayudarlos.

Antes del preescolar crearles, cierto sentido de pudor,(no andar desnudos en la casa o afuera, cambiarse de ropa aparte. No tocarse los genitales. en público.

Desde el primer año ir marcando gradualmente una frontera entre el cuerpo del niño y el adulto.

Descartar los juegos con adultos que requieran el contacto físico y pedir ayuda a su padres para que puedan socorrerlo. Practicar la vocalización en grupo de sus propios sonidos para defenderse de un posible agresor.

Enseñarles a no obedecer a personas(familiar o no) que pretendan aislarlo o enseñarles sus partes privadas, o intentar juegos de esa clase.

Hacerles saber que siempre cuentan con sus padres o personas que le ofrecen cuidado y deben confiarles lo que les ocurre, o lo que les proponen.

En la escuela si no hay educador sexual, propiciar conferencias para padres y educadores y para los niños de abuso sexual.

En realidad es preciso establecer un cuidado excesivo en las relaciones del niño con niños mayores, instructores de deporte, de artes marciales y otra personas que tengan acceso al niño.

Debe enseñársele a no guardar secretos con nadie desde los cinco años ni recibir regalos escondidos de sus padres, sin importar si se trata de un maestro, sacerdote, ministro, pastor, o familiar.

Deben aprender a confiarle a las personas de su confianza cualquier intento de agresión sin miedo ni culpa.


Éstas recomendaciones son producto de la experiencia de 33 años de manejo de casos de A S I, por la doctora Nieves Stewart.

martes, 14 de julio de 2009

LA DESINFORMACIÓN EN EL ABUSO SEXUAL INFANTIL


Existen ideas completamente erróneas en relación con el abuso sexual en la infancia. El tabú, la desinformación y el no querer ver una realidad que nos afecta tanto y tan de cerca nos han llevado a tener unas ideas muy distorsionadas sobre esta lacra social.

Todavía sigue pesando la idea de que el abuso sexual infantil (ASI) se produce en ambientes desestructurados, de pobreza o en ciertas clases sociales que poco tienen que ver con nosotros. Seguimos pensando que, lejos de inmiscuirse en nuestros sólidos tejidos sociales, los ASI tienen más que ver con la pederastia o con el comercio sexual infantil que con nuestra realidad cotidiana. Hay una tendencia a ver esa realidad como algo lejano y que apenas debería inquietarnos, pero la realidad en la que verdaderamente vivimos no puede ser silenciada y escondida por más tiempo.

Si bien es cierto que la percepción de los ASI está modificándose a pasos agigantados aún queda un largo camino por recorrer. Seguimos viendo esa lacra social como algo que no tiene que ver con nosotros, quizá comparable a un grave accidente de tráfico; somos conscientes de que es algo que ocurre, pero jamás creemos que nos pueda afectar a nosotros.

Es de aquellas cosas que inconscientemente pensamos que sólo afecta a los demás. No obstante debemos ser conscientes que las probabilidades de estar involucrados en un caso de ASI son mucho mayores que las de padecer un accidente de tráfico grave. Los números no dejan espacio para la duda: una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, aproximadamente, ha padecido algún tipo de abuso sexual a lo largo de su vida antes de cumplir los 17 años.

Una vez con los pies en el suelo y reconocida la naturaleza y la realidad de los ASI, digamos que mayoritariamente estos abusos se perpetran dentro del entorno familiar del niño, siendo el padre o padrastro la figura que más habitualmente pasa a convertirse en el agresor. También son abusadores comunes, por este orden, hermanos, tíos, primos, abuelos y, en general, cualquier persona que tenga un acceso directo y continuado con el niño y que le permita ganarse su confianza, como podrían ser maestros, amigos de la familia, sacerdotes, monitores, etc.

Es cierto que también existe el ASI por parte de desconocidos, pero su incidencia es mucho menor. Digamos que los abusos intrafamiliares rondan el 60%. Si le sumamos los perpetrados por conocidos la cifra superaría el 90%. Hay que reconocer que la rápida implantación de internet en nuestra sociedad ha supuesto que avancemos mucho y en positivo, tanto en la información como en la prevención o en la facilitación para crear asociaciones. Su parte negativa, no obstante, es conocida por todos, y si antes los pederastas tenían más complicado su acercamiento a los menores, ahora poseen una herramienta efectiva para sus abyectos objetivos. Todo esto nos lleva a prever que la cifra de abusadores desconocidos pueda incrementarse notablemente en el futuro.

Uno tiende a imaginarse que el abuso sexual infantil es un hecho violento, sin embargo no es así; al menos no el tipo de violencia física que todos podemos tener en mente. En los casos intrafamiliares no es necesaria. Al agresor le basta la intimidación y el poder que le confiere su condición de adulto, lo que sumado a la autoridad añadida que le proporciona ser un familiar habitualmente directo, dejan al menor casi sin posibilidades de escapar de esta triste realidad.

Hay quien piensa que si a un niño le sucede algo así lo diría, pero desgraciadamente pocas veces sucede. El menor casi siempre guarda el secreto, bien sea por miedo, vergüenza, culpa o sentimientos de complicidad, sentimientos inducidos por el agresor y que le garantizan en buena medida la impunidad de que gozará, en muchos casos, toda su vida. Si un niño lo tiene complicado, un adulto no lo tiene mucho mejor. Cuando es capaz de hacerlo, suelen plantearse cuestiones como: -¿Para qué lo voy a contar ahora?- o bien -Sólo conseguiré que sufra mi familia- El peso específico de estos son condicionantes pueden ser abrumadores, tanto como para impedir dar el paso. También hay que decir que detrás de esos pensamientos subyacen causas de más hondo calado que llevan al superviviente a seguir siendo esclavo de su propio silencio.

Entre ellas una baja autoestima, un sentimiento de culpabilidad hacia las consecuencias de la revelación, como una posible desintegración familiar, y una acusada sensación de falta de legitimidad para reclamar o exigir cualquier restauración sobre el daño sufrido hace ya tantos años.

Otro factor muy controvertido, desconcertante y tremendamente culpabilizador es el placer ocasional que puede haber experimentado el niño durante los abusos. Cuando eso ocurre se pierde cualquier atisbo de legitimidad a la hora de sopesar la posibilidad de revelar lo que está ocurriendo. Y lo más terrible es que se utilice esa circunstancia por parte de los pederastas para justificar sus acciones. La consecuencia es que el menor culpe a su ?cuerpo? por haber sentido placer y traicionarle, lo que de adulto puede traducirse en diversas patologías de mayor o menor gravedad.

Todo lo expuesto hace que se perpetúe la cadena del silencio. La consecuencia final que podemos extraer es que el delito de abuso sexual infantil es una de las transgresiones legales más comunes y menos penalizadas debido a la absoluta impunidad con la que, hasta hace bien poco, ha actuado el agresor. Y a decir verdad, no podemos decir que en la práctica hayan cambiado demasiado las cosas.

El enemigo no está lejos ni es ese ser depravado que vamos a reconocer nada más verlo. Por desgracia no es así; más comúnmente se trata de alguien bien considerado socialmente y que no suele levantar sospecha alguna. El enemigo está en nuestra propia casa, y mientras los que padecimos ASI no seamos capaces de alzar nuestro dedo acusador, el agresor seguirá siendo el enemigo invisible que acecha impunemente desde muchos de nuestros hogares.

EL ABUSO SEXUAL INFANTIL Y SUS MEDIDAS PREVENTIVAS


Los perpetradores de A.S.I. son perversos, pero en general, no se encuentra en ellos, un cuestionamiento sobre su accionar, pues el mecanismo de escisión del yo, lo impide, a su vez, éste mecanismo, no define la perversión que afecta al abusador, no obstante encontrarse presente. Freud pudo detectar la presencia de la escisión del yo, en casos de neurosis, en el fetichismo, y en la psicosis. Pero este mecanismo defensivo, puede presentarse en situaciones puntuales que no pertenecen a una patología.

Como siempre, la mejor prevención es la información. Los niños desconocen el significado del abuso sexual infantil, pues no forma parte de su mundo, ni siquiera poseen el lenguaje para nombrarlo, por este motivo, cuando un niño hace la denuncia de abuso, emplea un lenguaje muy gráfico, por carecer de las palabras que expliciten lo que le ocurre.

Es importante, incluir como parte de la educación, las recomendaciones sobre abuso, de la misma manera que se explica cómo cruzar la calle, o que no deben aceptar alimentos de extraños, etc.

El niño necesita que se le explique que existen límites sobre cómo los demás (incluidos sus padres) pueden acercarse a su cuerpo, y las circunstancias en las cuales está bien hacerlo, y aquellas en las que no. Por ejemplo, cuando el médico debe auscultarlo.

También hay que hacerle saber, que será oído y apoyado, en caso de que necesite hacer una denuncia de este tipo, y que tiene el derecho de decir no, cuando un adulto intenta que haga algo que lo violenta. Debemos dejar muy claro, que jamás es culpa del niño, una situación de abuso.

Favorecer la buena autoestima de los niños, hace que sen menos vulnerables al abuso, pues un niño que siente que vale, sabe que puede decir no. La buena comunicación con nuestros hijos, permite, tanto detectar una situación de riesgo potencial, como la denuncia de un hecho consumado, pues un niño que dialoga con su familia de forma abierta, puede transmitir datos que alerten a los padres, y en dicho caso puedan actuar de acuerdo a las circunstancias.

Los casos de abuso sexual infantil (A.S.I.), constituyen uno de los sufrimientos más desestructurantes del psiquismo del niño. A pesar de lo duro que resulte creerlo, son más frecuentes de lo que pensamos, y el 90% de las veces, el victimario es alguien del entorno socio-familiar del niño, alcanzando al 90% del total de casos de A.S.I., aquellos en los que la culpabilidad recae en que el padre. Existe un tabú colectivo frente al tema, prefiriéndose el ocultamiento del abuso, desacreditar: el testimonio de la víctima, o transferirle las culpas por destruir a la familia con sus denuncias, a los profesionales que la asisten, pero no a los perpetradores. La intervención de la Justicia Penal, presenta defasajes respecto a la actuación de los Tribunales de Familia, que detectan una problemática de A.S.I., y al trasladar a la órbita penal el caso, ésta falla en favor del imputado.

Otro problema que se presenta, es la validación del discurso de la víctima, que exige la realización de exámenes que revictimizan al niño abusado. Los expertos en A.S.I. coinciden en dos aspectos característicos de estos casos: a) la única manera de confirmar la existencia de A.S.I., es mediante el trabajo con la víctima, por medio de la validación de su relato.

Existen indicadores de A.S.I. que están presentes en las víctimas en mayor o menor grado: enuresis, encopresis, trastornos del sueño, retraimiento, moretones en los brazos, fugas del hogar, hiperkinesia, excesiva masturbación, regresiones; pero el indicador principal, es el relato del niño. b) no existe un perfil psicológico característico del abusador, aunque la escisión esté presente en casi todos ellos.

lunes, 13 de julio de 2009

Hablemos de Abuso Sexual.


Podemos decir que el abuso sexual es toda aquella relación con intenciones sexuales, con o sin violencia entre un adulto y un menor, o entre dos menores, cuando uno ejerce poder sobre el otro ya sea mediante la fuerza, la coacción, imposición o la persuasión.

Si es así, también podemos decir que el abuso sexual es un delito castigado por la ley. Pero además, a las personas que sufrieron abuso les puede marcar para siempre su personalidad, con todos los problemas que ello conlleva.

Aun conociendo del abuso sexual de forma cotidiana, da la impresión de que se trata de un problema aislado que “a mis hijos no les sucederá”, “que en mi familia no puede pasar”, incluso con lo mucho que se ha hablado por diferentes medios hay personas que todavía siguen creyendo que solo ocurre entre los pobres, sin embargo, insisto, abramos los ojos, el abuso sexual es más habitual de lo que creemos y quizá debiéramos tenerlo presente para intentar salvaguardar la infancia de nuestros hijos e hijas.

La mayoría de las víctimas de abuso sexual son menores de 8 años y muchos de ellos nunca dicen nada por temor. Esto significa que una gran cantidad de niños soportan en silencio este tipo de vivencias. Que nuestros hijos no sean uno de ellos.

Estar alerta: los padres y madres podemos estar alerta para evitar que pueda darse una situación de abuso. Lugares donde debemos estar pendiente: ¿qué dice de los maestros, preguntarles qué pasa cuando nos vamos, con quién quedan los niños, qué dicen ellos sobre las personas que los cuidan, observas si hay reacción extraña cuando esa persona se le acerca?

Una tercera parte de las víctimas son abusadas por miembros de su familia. Los abusadores establecen una relación de confianza con los padres de las víctimas y debemos tener en cuenta que cualquiera puede serlo.


Valoremos con detenimiento las señales físicas como irritación, inflamación o sarpullido en los genitales, infecciones de vías urinarias, etc. y otros problemas como dolor abdominal o de cabeza fruto de la ansiedad. No dejar pasar si observamos un comportamiento y lenguaje abiertamente sexual y atípico para la edad pueden ser también signos de alarma.

Reducir los riesgos: el abuso infantil ocurre cuando un adulto está a solas con el niño.Ojo con Internet porque es una gran puerta de entrada para los abusadores, debemos supervisar el uso que puedan hacer nuestros hijos de la red.

Hablar sobre el tema: los niños suelen mantener el abuso en secreto. Los abusadores manipulan y confunden a los niños para que crean que la culpa es de ellos o que lo que están haciendo es algo normal o un juego, pueden amenazar al niño o incluso amenazarle con hacer daño a otras personas de su familia. Hablar con los niños sobre el abuso, adaptando nuestro diálogo a su edad puede hacer que se elimine la barrera del silencio.

Informarse, para saber reaccionar: responder ante la verdad expresando incredulidad o rabia y arrechura puede hacer que el niño intente justificar la acción, que cambie la versión o que evite preguntas y diálogos que vuelvan sobre el tema.

Actuar cuando hay sospechas: las sospechas dan miedo, pero pueden ser la única oportunidad de un niño o niña de salvarse (o de varios menores, los abusadores tienen varias víctimas). Primero pensar en la seguridad de los niños/as. Después atrevernos a denunciar, podemos contactar con algunos centros de atención a Mujeres, el Ministerio de la Familia, La Comisaría de la Mujer, el centro de salud o con una organización cercana, etc.

Involucrarse: No necesitamos sufrir abuso sexual o saber que alguien lo sufre en la familia para luchar contra este delito. Podemos apoyar en muchas cosas, por ejemplo: la formulación de leyes, organizarnos en los barrios, hablar de ello en la familia, siempre habrá una manera.

Patricia Sánchez B.
hablemosde.abusosexual@gmail.com

domingo, 12 de julio de 2009

ABUSO SEXUAL ¿CÓMO SOBREVIVIR?


La teoría dice que toda persona, infante o adulta debe obtener intervención psiquiátrica o psicológica luego de un abuso sexual.

Ser víctima de cualquier acto violento con implicaciones sexuales supone secuelas emocionales muy profundas que afectan cada aspecto de la vida. Y nunca es tarde para pedir ayuda.

Lo ideal es que, luego de sufrir un evento como ese, se busque ayuda de inmediato, pero si nunca se hizo cualquier momento es oportuno, dice la doctora Claudia Barahona, psiquiatra.
Muchas de sus pacientes con depresión, dice, tienen en su historial el abuso sexual. Un abuso que nunca fue superado porque no recibieron la atención necesaria y que aún años después se refleja en su estado emocional.
El asunto es peor cuando nunca se denunció ni se castigó al hechor.
La no superación de un evento traumático como este también puede generar en la víctima baja autoestima, problemas en su sexualidad, culpabilidad y trastornos que impidan sus relaciones de pareja e incluso su desempeño como madre en el futuro.
En estas mujeres son frecuentes las disfunciones sexuales como incapacidad de alcanzar el orgasmo o sentir algún tipo de placer y vivir una sexualidad plena y sana.

Se puede esperar también que sufran depresión crónica y que establezcan relaciones de pareja insanas que impliquen abuso psicológico, sexual y físico.
El manejo terapéutico luego de un abuso busca que la víctima exprese lo que siente, no necesariamente lo que le pasó, sino su frustración, su dolor y su cólera.

El terapeuta debe trabajar su autoestima, validar sus sentimientos y ayudarla a superar el sentimiento de culpa que suele estar presente en las personas que han sufrido abuso sexual.

Debe quedar claro que ella no fue culpable y que fue víctima de un acto de violencia sin justificación, detalla la psiquiatra. Lograr esto es muy difícil sin ayuda externa. De hecho, un guía espiritual también puede ayudar siempre que respete los sentimientos de la mujer y no la haga sentir culpable, agrega la especialista.
Esto es importante también en los niños. Las mujeres que han sido abusadas en su infancia crecen con trastornos emocionales que pudieron haberse evitado con atención psicológica oportuna.

Lo mismo aplica con los niños varones. Tanto en ellos como en las niñas, el abuso sexual puede generarles confusión en su orientación sexual cuando son adultos.

Aunque la persona crea que puede olvidar el abuso o la violación por sí misma es poco realista.

La terapia psicológica o psiquiátrica busca que la víctima acepte lo que le pasó y aprenda a vivir con eso. “Es como una herida que se cura y con el tiempo deja de doler, pero uno siempre lo recuerda. Saber que la vida sigue aún con esa experiencia solo se logra con la terapia”, recalca la psiquiatra.

Por otra parte, resulta incompleto hablar de abuso sexual sin mencionar la importancia de la prevención sobre todo en los niños, conversar con ellos acerca de su sexualidad y el respeto de sus cuerpos es fundamental para evitar un trauma como este.

Lograr que tengan una autoestima sana también es importante, lo mismo abrirles el espacio para que se sientan libres de expresarse sobre el tema. Evitar situaciones en las que un adulto pueda abusar de un pequeño es fundamental.

La violencia sexual no tiene justificación y la víctima nunca tiene la culpa. Expresar sus emociones, su frustración, su rabia y denunciar al hechor es parte de la sanación emocional de quien ha sufrido un trauma como este. Para hacerlo del modo correcto, lo mejor es pedir la ayuda de un profesional de la salud mental.

Si alguna vez en tu vida fuiste víctima de abuso sexual nunca es tarde para buscar ayuda. Acude a un psicólogo, un psiquiatra o tu líder espiritual si así lo consideras apropiado.


Entre las secuelas que puede dejar a corto y largo plazo un abuso sexual están: las disfunciones sexuales, la baja autoestima, la depresión crónica e incluso el suicidio, la culpabilidad y problemas de pareja como la violencia intrafamiliar. Los efectos pueden ser más graves en unas personas que en otras.

COLABORACIÓN.

TESTIMONIO DE UNA VICTIMA


"No hay mayor agonía que la de cargar un cuento sin contar." -Maya Angelou.

Tuve una infancia incestuosa. Estoy consciente de que este hecho puede incomodar a muchas personas, pero es mi historia y mi vida y como parte de mi proceso de sanación, he decidido ponerla en palabras y compartirla, aunque sea anónimamente. Les pido disculpas si a ratos suena un poco confusa, pero mis pensamientos y recuerdos muchas veces están fragmentados y tengo más de alguna laguna mental.

Mi primer beso fue con el hermano de mi padre, un hombre que en ese entonces tenía más de cuarenta años y que tuvo que pararme sobre su cama para poder alcanzar mis labios con los de él. En ese entonces yo tenía tan sólo ocho años. Y durante los dos años que seguirían a este desconcertante evento, él continuó abusando sexualmente de mí, despojándome de mi inocencia con actos cuyos recuerdos hasta el día de hoy me obsesionan y avergüenzan.
Todo comenzó como un inocente juego, con caricias afectuosas, con regalos y tentadoras propuestas e invitaciones que cualquier niña de esa edad quisiera recibir. Y de hecho, en un comienzo, disfruté no sólo de la compañía y regalos de mi tío, sino que también de todos los novedosos "juegos" que él ideaba. Era nuestro secreto, éramos cómplices de nuestros actos, y cuando él no me buscaba a mí era yo quien andaba tras él.

Aún no logro dilucidar en qué momento estos juegos pasaron a ser "inapropiados". Aún me pregunto qué tanta culpa tuve yo, considerando que nunca opuse ningún tipo de resistencia y que siempre accedí sin quejarme a todo lo que él me pedía y proponía. Sí tenía muy claro cuáles eran los "juegos" de los que disfrutaba y cuáles eran los que sencillamente me desagradaban, pero nunca me negué a nada. Y hoy, mirando el pasado en retrospectiva, no debiera haber disfrutado de ninguno de ellos.
Me pesa que a los ocho años ya me habían tocado todo lo que me podrían haber llegado a tocar, había tenido varios orgasmos y experiencias de sexo oral y que a los nueve ya había perdido mi virginidad. Me he sentido tremendamente avergonzada y culpable por estos hechos durante toda mi vida. Yo era sólo una niña. Él me ultrajó, me violó, me despojó de toda dignidad y se aseguró de que uno de los recuerdos preponderantes de mi infancia fuera con un pene gigante en mi boca, uno que me provocaba arcadas y que no me dejaba respirar.

Jamás voy a lograr olvidarme del día en que perdí mi virginidad. Como siempre, fue un día domingo, después del almuerzo en la casa de mis abuelos paternos. El día estaba precioso y todos mis primos se bañaban en la piscina. Yo estaba "saliendo de un resfrío", y por órdenes de mi mamá tenía que estar vestida a la sombra, o dentro de la casa. Mi tío no perdió la oportunidad de invitarme a su pieza, con las mismas tentadoras ofertas de siempre: la televisión, los juegos, las rondas, las cremas y los perfumes. Pero esa vez fue distinto. No hubo preámbulo. Comenzó a tocarme sobre mi vestido y a frotar su pene contra mi cuerpo. Cuando ya estaba tendida sobre su cama con las piernas colgando, me bajó mis calzones y me penetró. Muchas veces. Demasiadas. Recuerdo el dolor, la sensación de partirme en dos, las silenciosas lágrimas que intentaba esconder y el ardor que sentía entre mis piernas y que se prolongó durante varios días.
Esa fue la primera vez en mi vida que me violó. La primera de muchas que seguirían, semana tras semana, casi todos los domingos. Recuerdo que a pesar de que siempre luchaba por mantener mis calzones puestos, no siempre me salía con la mía. Aún no entiendo por qué este hecho era tan relevante para mí, pero me sentía menos vulnerable si los tenía conmigo, aunque fuese entre mis piernas o mis tobillos. Aunque nunca fue un impedimento para que mi tío abusara de mí, me daba una falsa sensación de seguridad. Sentía que aunque perdiera la guerra por lo menos había ganado la batalla.

Pero no sólo perdí muchas batallas, sino que también la guerra. Él logró despojarme de mi virginidad, de mi tan preciada pureza y de la posibilidad de vivir una vida normal a mis tiernos ocho años. No tenía refugio de los secretos asaltos contra mi cuerpo y él me robaba mi inocencia poco a poco, domingo tras domingo. Yo no vivía en un mundo en el que era seguro contar mi historia. No había nadie con quien desahogarse, nadie a quien recurrir, ni siquiera un Dios en el cual pudiera sentir amparo.
A medida que fui creciendo, mi verdadero yo quedó enterrado bajo las torcidas mentiras de mi infancia. Cada toqueteo, cada beso, cada penetración me transmitía inciertos mensajes sobre quién era y sobre quién podría llegar a ser en este mundo. Me sentía insignificante, equivocada, mala, desvalorizada y terriblemente usada, y creía que si sólo me hubiese portado mejor, que si sólo hubiese sido una "buena niña", no estaría pasando por todo esto...
Aunque esta historia es algo que he conocido a un nivel "intelectual" durante toda mi vida, recién hoy, a mis 25 años, he comenzado a reconectarme con mis sentimientos y a llevar este conocimiento a un nivel más emotivo. Hace algunos meses decidí enfrentarme a mi incestuoso pasado, el que había negado y reprimido durante más de 15 años. Y recién ahora en que estoy empezando a lidiar con mi historia de abuso es que me doy cuenta de cuánto me ha afectado.

Fueron muchos los motivos que me llevaron a dar este paso: recuerdos y pesadillas que ya no me daban tregua ni siquiera en mis escasas horas de sueño, una inhabilidad de proyectar mi vida con la mochila que cargo a cuestas, la cercanía de plazos que inevitablemente se cumplirían y los consejos de dos personas a las que considero tremendamente sabias en sus distintos ámbitos de acción. Después de mucho meditar y rezar, y con el incondicional apoyo de ellos, me decidí a seguir una terapia.

Pero no ha sido fácil aceptar que debo retroceder y analizar mi pasado para poder avanzar y superar todas mis trancas. Examinar minuciosamente mi infancia ha sido para mí motivo de gran dolor y me aterra saber que finalmente tengo que enfrentarme a los fantasmas que me han perseguido durante gran parte de mi vida. Sin embargo, sé que esta es la única manera de hacer las paces con mi incestuosa historia.
Actualmente, no pasa un día sin pensar en mi historia de abuso y sin preguntarme qué habría sido de mi vida, de mi persona, sin este horrible pasado. Pero mi última esperanza es que sea este mismo sufrimiento, este mismo trauma, el que me empuje y anime a crecer y a reencontrarme con mi verdadero yo.
Pero hay veces en que pierdo toda esperanza. No es fácil estar continuamente desenterrando y descubriendo nuevas heridas, y hay días en que me siento absolutamente agobiada por todo el trabajo que tengo que hacer sólo para sentirme y aparentar ser una persona "normal". Siento que mi recuperación está a años luz de distancia, y muchas veces pareciera que es más fácil rendirse y dejarlo todo hasta aquí. La imagen de la mujer de caracter fuerte y decidida a la que aspiro llegar a ser algún día, se aleja cada vez que creo estarme acercando a ella.

¿Cómo se supone que debo abordar la titánica tarea de transformar las ruinas en las que estoy convertida en oro? ¿Cómo puedo vivir esa vida de grandeza de la que todos hablan y que yo sólo puedo imaginar si cada día que pasa las voces en mi mente me hacen sentir el poco valor que tengo? ¿Cómo puedo transformar esos pensamientos destructivos que me formé durante años de abuso en unos que me acerquen a la vida que siempre he deseado, la vida que aún creo no merecer? ¿Cómo, después de todo lo que he vivido, puedo aprender a creer y a confiar?

Sólo Dios sabe... ese mismo Dios que permitió que mi infancia fuera un disimulado infierno..
Ha pasado ya un tiempo desde que decidí entrar a terapia. Aunque sólo han sido unos cuantos meses, han sido de los más intensos de mi vida. Han habido cambios en lo más profundo de mí, y muchas veces a contrapelo, he tenido que remover el pasado para poder seguir avanzando hacia el futuro. Y escarbando he encontrado. He encontrado respuestas a muchas de mis interrogantes, pero también recuerdos que a veces dudo si fue positivo desenterrar.

No dejo de recriminarme que mi primer acercamiento sexual debiera haber sido un momento de deleite con un dejo de sana vergüenza e inocente curiosidad, debiera haber sido un momento memorable, debiera haber sido con algún niño de mi curso que me hiciera sonrojar cada vez que me mirara o me hablara y yo debiera haberlo sentido como un momento en el paraíso. Pero no fue así. Ni siquiera fue a los ocho años con mi tío, como habría podido jurar que fue durante todo este tiempo...
Sólo se requieren de unas pocas palabras para poder expresar lo que ha aflorado desde lo más profundo de mis recuerdos, pero son palabras que calan mis huesos, que me duelen como pocas cosas me han dolido en mi vida:
Mi tío no fue el único que abusó de mí; mi abuelo paterno fue uno más de mis agresores y, me atrevería a decir, un pedófilo.

He tenido recuerdos terribles, recuerdos donde él me tocaba, me practicaba sexo oral, se masturbaba conmigo sentada en su falda y luego me retribuía con chocolates. Inventó un juego en el cual hace no mucho tiempo me di cuenta que yo nunca habría podido ganar para poder satisfacerse conmigo y mi cuerpo. Desarrollé aversiones a ciertas comidas, tales como el helado de chocolate (me decía que ese sabor tenía yo "ahí abajo") y el yogurt (probablemente por su semejanza con el semen).
De algún modo estos encuentros eran mi única ventana a un mundo fuera del mío, y en ellos era frecuentemente el blanco de la humillación. A pesar de que estos encuentros sólo sucedían unas cuantas veces al mes, el resto de los juegos y risas que llenaban mi vida no podían borrar esos episodios, los que me robaron la inocencia de a pequeños pedazos.
Me ha costado conectarme con el dolor asociado a todos estos abusos porque no siempre me dolió físicamente, e incluso a veces me gustó. Una vez que el acto terminaba, no me largaba a llorar en un rincón por lo que me habían hecho, como mucha gente esperaría. Sin embargo, no entendía lo que había sucedido ni cuán terrible era. No podía prever el daño que me causaría y cómo me cambiaría a mí para siempre. Cuando ya tenía la suficiente edad como para entender lo que había sucedido, las emociones seguían sin tocarme. Elegí escaparme de mi cuerpo para salvarme del horror y después de todos estos años, de alguna manera se volvió en mi forma de vida.

Disociarme es lo que hice para sobrevivir a los abusos que sufrí durante mi infancia. Era mi cómodo y confiable método de escape. Eventualmente, este acto se transformó en una respuesta automática ante cualquier cosa con la que me costaba lidiar, en un patrón del cual dependía para sobrevivir el día a día. Cuando pequeña me transmitieron que no era seguro tener emociones, ni en la casa ni en el colegio, ni con mi familia ni con mis amigos. En la casa, mi rabia se encontraba con furia, mis lágrimas se encontraban con intimidación y las guardé tan profundamente en mí, que ahora que es tiempo de desenterrarlas, me cuesta encontrarlas.

He buscado en tantos lados. Intenté acercarme a la Iglesia, buscando allí lo que no había encontrado en ninguna otra parte. Fui acogida, pero creo que nunca realmente sané del abuso sexual del que fui víctima durante mi infancia. De algún equivocado modo me llegó el mensaje que si yo aceptaba a Jesucristo, entonces estaba sanada, que de alguna milagrosa manera mi antiguo yo desaparecería y sería otra persona. Pero todavía tenía muchos dolores sin resolver... creo que fue porque nunca tuve el duelo apropiado, nunca realmente sentí ese dolor, sólo lo cubrí o escondí con unos kilos demás, o con ayunos y hambrunas o con una sonrisa que incluso me hizo ganar premios. Nunca me volví a Cristo para que sanara ese dolor por mí, creía que sólo tenía que olvidar. Pero esto es algo que no se olvida. Pasa a ser una parte de uno.

Cuando recién comencé a lidiar con el abuso, no sabía los estragos que me había causado emocionalmente, y no fue hasta que examiné mi vida y mi infancia que comencé a darme cuenta que mi infancia no había sido "normal". Al principio, me sentí absolutamente sola con todo esto, pensaba que había sido todo mi culpa, de alguna manera explicándome a mi misma que el abuso "realmente no importaba" en el esquema de mi vida. Qué equivocada estaba. Tenía mi autoestima por el suelo, constantemente me culpaba y me degradaba, tenía pensamientos suicidas, luchaba contra una depresión terrible, tenía ansiedad y sufría de constantes jaquecas. Hasta que no comencé a lidiar con el abuso, no me daba cuenta cómo ni cuánto me había afectado.

Aunque toda esta historia es aún algo que mantengo en secreto (con excepción de unas pocas personas), para mí ha sido tremendamente sanador poder hablar libremente de ella... aunque creo que es lo más difícil que me ha tocado hacer en mi vida. Pero cada día que pasa siento que estoy más cerca de volver a tener el control de mi vida. Me esfuerzo para intentar encontrarle sentido a lo que pasó, a encontrarle el lado positivo. Obviamente hay días que me cuestan más que otros. Sin embargo siempre hay una chispa, una esperanza, una voz de verdad que no puede ser negada, incluso dentro de toda esta depravación y crueldad. Esta voz viene desde mi interior, débil pero determinante, alentándome a sobrevivir. Es la voz que me logró sobrellevar la enfermedad mental y el incesto en mi familia. Espero que esa misma voz en un futuro me llame a hacer más que sobrevivir, sino que a realmente vivir. Que me llame a la grandeza.

Carta a Mi Agresor:


Aquí encontrarás una carta que le escribí al hermano de mi padre, quien abusó sexualmente de mí durante dos años . Es una carta que al escribirla no pretendí entregarla, pero que me sirvió como método de liberación y sanación y que fue uno de mis primeros intentos de decir lo indecible y nombrar lo innombrable.
A estas alturas de mi vida puedo entender perfectamente bien lo que me hiciste. Lo he revivido una y otra vez en mis recuerdos, en mis sueños y cada vez que me altero al sentir que algún ser querido me toca de la misma manera en que lo hiciste tú. No he sido capaz de olvidar la sensación de impotencia y pánico que me invadía cuando escuchaba el sonido de tu cinturón desabrochándose ni tus palabras después de bajarte los pantalones: "Oye ________ , ¿te gustaría sentir esto dentro de ti?" Es probablemente la razón por la que, hasta el día de hoy, se me revuelve todo cuando alguien se atreve a llamarme así.
En ese entonces tenía sólo ocho años. Difícilmente eran suficientes como para entender lo que me estabas proponiendo. A esa niña (que tuvo que preguntar qué significaba la palabra violación cuando la escuchó por primera vez en las noticias) debió habérsele permitido crecer a su propio ritmo, decidir por sí misma qué cosas hacer, cómo y cuándo. Después de haber soportado tus abusos por dos años pasó casi una década hasta que di mi primer beso. ¿Te das cuenta de qué tan fuera de tiempo y lugar estuviste?

Me despojaste de mi inocencia y de mi confianza y dejaste un gran vacío en mí, que ni el amor de mi pololo, mi familia y mis amigos ha podido llenar en su totalidad. Me hiciste creer que el sexo es algo que los hombres necesitan y quieren tan desesperadamente, que no les importa a quién tengan que herir para obtenerlo. Me hiciste sentir como que eso era la único que yo era capaz de hacer que realmente importaba.

Fue bajo, por decir lo menos, cómo te aprovechaste de la situación por la que pasaba mi familia. Tuviste la agudeza de percibir que todos estarían demasiado ocupados con "cosas mayores" como para darle la debida importancia a una persistente infección urinaria, a las incapacitantes jaquecas o al capricho de una niñita que se rehusaba a comer. Te diste cuenta que nadie sabía leer las desesperadas señales que mi cuerpo enviaba y que nadie escuchaba mis silenciosos llamados de auxilio. Incluso sabías que había quienes me celebraban el refugio que encontré en los libros y el estudio.

Aunque nunca me lo advertiste ni me amenazaste, tenías la certeza de que nunca hablaría. Conocías muy bien la cultura en la que estaba creciendo, una cultura en la que las heridas del alma se omiten, se niegan, se callan y se esconden, sobre todo si son provocadas por alguien de la misma familia. "La ropa sucia se lava en casa", escuché decir en varias ocasiones, y todo me indicaba que se debía siempre sufrir en silencio, sobre todo siendo mujer. Aún no entiendo si es por exagerado pudor o por orgullo, pero hasta el día de hoy me da la impresión que todos en la familia apuntan a aparentar un cierto "ideal", del cual irónicamente cada uno tiene su propia versión. Sea cual sea el caso, sabías que me pesaría la lealtad, la protección de la imagen de la familia, y que tendría grabado demasiado a fuego la sacralidad de esta unión como para siquiera despertar una sospecha de las aberraciones que fuiste capaz de hacer conmigo.

En este contexto supiste ganarte mi confianza y mi cariño, supiste hacerme sentir especial e importante para ti. Con el dolor de mi alma, me atrevo a decir que al principio tus caricias me agradaron. Caricias que, con extrema delicadeza, fuiste degenerando de forma muy gradual, hasta hacerme hacer cosas horribles, muchas de las cuales hasta el día de hoy no logro verbalizar.
En ese entonces yo era lo suficientemente ingenua como para pensar que nuestros encuentros eran casuales. Pero ahora en retrospectiva me imagino lo repulsivas que debe haben haber sido tus planificaciones. Yo era tu plan, era el objeto que habías elegido para satisfacerte, sin tener la menor consideración de lo que me causarías a MÍ, a la persona que había detrás de esa niña.

Sentada en la orilla de tu cama, aún recuerdo la primera vez que tu mano, que descansaba sobre mi rodilla, encontró su camino bajo mi vestido y mis calzones. No paraste de hablarme, pero cuando comenzaste a tocarme ya no podía escuchar lo que me decías. Y cuando guiaste mi mano hacia un pedazo de carne inerte que en pocos segundos adquirió vida propia, mis sentidos comenzaron a apagarse uno a uno. Sólo quedaba una sensación extraña entre mis piernas. Recuerdo cómo me paralicé, cómo mi cuerpo no me respondía y cómo me "salía" de mi misma para mirar la aberrante escena como una espectadora.

Siempre me he preguntado qué tanto placer te pudiste haber provocado con mi cuerpo de niña, con dimensiones de niña, en el cual difícilmente podía caber tu monstruosa humanidad. Pero las silenciosas lágrimas que derramaba de dolor al sentir que me moría al partirme en dos (tanto en cuerpo como en alma) nunca fueron para ti un impedimento ni una limitante. No sólo me robaste a destiempo y brutalmente mi virginidad, sino que además me privaste del derecho a crecer y desarrollarme como una mujer "normal", sin la necesidad de reprimir deseos angustiantes ni sentir culpa por sensaciones que vendría a descubrir años más tarde.
Cuando tus "sesiones" terminaban recuerdo cómo sentía mi corazón latir en mi garganta, cómo el dejo en mi boca me provocaba arcadas, y cómo entre mis piernas seguía sintiendo el ardor y el dolor que me provocaba la presencia de un objeto ajeno que ya no estaba. Te tomabas tu tiempo y te preocupabas hasta del más mínimo detalle para no dejar ninguna huella. No sabes el asco que me provoca cuando recuerdo cómo, con la mayor ternura, limpiabas mi cara, mis piernas, mi guata y el resto de mi cuerpo de aquel "pipí blanco" que era tan pegajoso, y revisabas mi ropa para no dejar rastros que delataran tan torcida actividad. Paradójicamente, me sentía como si hubiese sido yo quien cometió el crimen.

Pero no fui yo quien te causó todo ese placer. No fui yo quien accedió a tocarte como me decías, a ponerme en las posiciones que me pedías o a tragar lo que me indicabas en el momento en que se te antojaba. Hice el ejercicio de desdoblarme quizás demasiadas veces hasta que llegué a dominarlo a la perfección. Es así como tengo muchos momentos de mi infancia absolutamente borrados, una época de la vida de la que se supone uno tiene recuerdos auténticamente felices.
Sin embargo mi memoria no ha sido tan generosa conmigo y no me ha dado toda la tregua que desearía. En este último tiempo he desenterrado muchos recuerdos, varios de los cuales habría preferido morir con la incertidumbre de que efectivamente ocurrieron. Y después de todos estos años estoy recién comenzando a entender esta disociación, y estoy recién aprendiendo a reconectarme con mi cuerpo. Pero a pesar de todos los sustentos que tengo, el camino no se me ha hecho fácil. En demasiadas ocasiones he puesto en riesgo mi integridad física en fallidos intentos de externalizar mi dolor y mi angustia (los que a veces sencillamente siento que me sobrepasan), sólo para quedar con el amargo sabor de la culpa y la vergüenza, las que muchas veces son seguidas por un miedo sobrecogedor al darme cuenta de lo que fui capaz de hacerme a mí misma.

A lo mejor tus juegos y tus regalos fueron tu manera de pagarme por lo que me hiciste. Incluso a veces quisiera pensar que fue tu manera de pedirme perdón. Pero eso no puede quitarme la mancha con la que me condenaste a vivir el resto de mis días. Siempre lo sentí y lo sigo sintiendo como una manera que tuviste de comprar mi silencio. Porque me cuesta creer que en todos estos años no has tenido ni siquiera un momento de lucidez. Pero siempre has sido cobarde, siempre te has refugiado en la pseudo-locura en la que tienes convencido al mundo que vives. Y me frustra haberte dado en el gusto al mantener tan asqueroso secreto.
No hay suficientes regalos ni favores que sean capaces de devolverme mi salud mental y emocional. Han pasado muchos años desde la última vez que abusaste de mí y, a pesar de todo, los recuerdos están más vivos que nunca en mi mente. Después de quince años, todavía me descompongo al entrar a la casa en que vives y no tienes idea de lo devastadores que han sido los efectos de lo que me hiciste.

Es un esfuerzo supremo el que debo hacer para asumir mi realidad y vivir en el presente, sin preguntarme cada mañana cómo habría sido mi vida sin tus abusos. Ha sido una eterna batalla el aceptarme con mi historia sin sentirme menoscabada, indigna y obligada a hacer cosas que la sociedad valore. Quizás como una forma de autovalidarme, me he obligado a vivir con un nivel enfermizo de autoexigencia, en un esclavizante camino hacia la inexistente perfección, en el que una pequeña equivocación me hace caer a pedazos internamente y me derrumba mi ya inestable mundo. Aún no logro perdonarme la hipocresía en que me obligas a vivir al esconderle a mis seres más queridos una parte tan importante de mi vida y que ha dejado huellas tan profundas en mí. El no sentirme preparada ni capaz de concebir y criar un hijo en esta etapa de mi vida es un problema que me acecha como una sombra y al cual aún ni siquiera he comenzado a hacerle frente. Y hoy, a mis veinticinco años, la sexualidad me resulta algo absolutamente insondable y pavorizante al mismo tiempo.
Aunque no creo que te importe, mis sentimientos de culpa, de vergüenza y mis estigmas me imposibilitan el perdonarte. Y aunque llevo tu mismo apellido, al menos tengo el consuelo de no ser tu hija. Nunca me vuelvas a tocar. No quiero ni un abrazo, ni un solo baboso beso. Quiero que sepas que el único motivo por el cual siquiera me acerco a ti es para ver a mi abuela. Cuando ella ya no esté, no tendré razón para arriesgar mi estabilidad al estar cerca de ti.

No tienes idea cuántas lágrimas derramé al escribir esta carta ni cómo siento el desgarro de mi corazón al traer a la luz tantos hechos que hasta ahora habían permanecido ocultos como fantasmas en los confines de mi mente, y que desde allí condicionaban mi diario actuar. Pero no quiero que pienses que lo hice por ti. Porque por ti no soy capaz de hacer absolutamente nada. Escribí esta carta por mí, en un intento de limpiar heridas que supuran desde hace ya demasiado tiempo, para mi liberación y sanación, para reconciliarme conmigo misma y, después de muchos años de negación, aceptar estas experiencias como mías en toda su dimensión.
Ahora sólo me queda hacerte una última pregunta: ¿Vale la pena el placer que te provocaste conmigo ahora que sabes cuánto me has herido y cuánto te odio por ello?



TESTIMONIO DE UNA VALIENTE VICTIMA DE SANTIAGO DE CHILE.
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